Avellana

En estado salvaje crece el avellano común, que en cultivo se llama avellana, avellana, etc. Todos sabemos lo ricas y saludables que son las avellanas. Una gran cantidad de proteínas, grasas, además de vitaminas y otras sustancias lo convierten en uno de los componentes más valiosos de la cocina cuaresmal. Son muchos los matices con los que tiene que lidiar un jardinero a la hora de cultivar este árbol. Todos los matices se describen en esta sección.

Debes prestar atención al hecho de que las avellanas son una planta termofílica y no soportan los climas fríos. Para cultivarlo se necesitan suelos fértiles, mucha luz y calor. El árbol no soporta la humedad estancada, la arcilla y los suelos pobres. La acidez de este último debe ser de al menos 5,8 pH.

Para la propagación se utilizan plántulas de avellana o una parte de un arbusto obtenido por división. Al elegir plántulas, preste atención a su apariencia. En la corteza no debe haber pliegues visibles u otros defectos, las raíces deben estar bien desarrolladas y en cantidad suficiente, la presencia de hojas completamente abiertas es indeseable. Recuerda, conseguir una buena cosecha requerirá unos cuidados adecuados, que no serán tan sencillos.